No sé si a todos los que somos padres nos suceda lo mismo, pero cuando pienso en mis hijos, se me llena el corazón. A veces los he visto tan vulnerables, y a veces tan independientes que asustan.
No sé muy bien... ¿A qué hora crecieron así? Si apenas hace muy poco eran unas miniaturas que se acomodaban en cualquier lugar… Ahora son todos unos personajes, con sus gustos y sus disgustos, con sus preferencias, ideas y personalidades…
Ser padres es la tarea más difícil que se ha inventado en este mundo. Ninguno sabemos bien cómo se hace, pero todos improvisamos al hacer lo que pensamos que es mejor para ellos. Pero… ¿Qué es mejor para un hijo?
En mi muy personal punto de vista, lo mejor es hacerlos seres humanos buscadores… Buscadores de su felicidad en todos los ámbitos, que sean preguntones y curiosos, que aprendan que la vida es un regalo, y que tienen la responsabilidad de indagar ellos mismos su espacio y su crecimiento personal. Que asuman la parte que les corresponde para convertirse en buenos ciudadanos, cuidadosos del planeta en el que viven, que amen a los seres vivos, y nunca dañen a alguien con intención de hacerlo.
Para mí, el mejor legado es hacerlos responsables de sus propios actos, que aprendan que la vida tiene consecuencias y cada uno debe tomar sus decisiones basadas en éstas. Formar hombres y mujeres de bien, es hacerlos comprender el valor de la honestidad y la disciplina en lo que sea que quieran emprender. Hacerlos luchadores de sus propias metas, pero peleando limpio. Que aprendan que pasar sobre los demás para lograr lo que buscas, sólo te traerá insatisfacción y culpa.
El darles las raíces suficientes para que crean en ellos mismos, para que amen sin límites, para que se conviertan realmente en personas y no sólo en individuos. Para después entregarles las alas y que vuelen con una libertad absoluta y responsable.
Honestamente, no sé que tan bien lo he hecho, supongo que ninguno lo sabemos a ciencia cierta, y todos, absolutamente todos nos equivocamos. Pero al ver a esos dos seres humanos a la cara, cuando observo sus reacciones, cuando escucho sus preguntas, cuando presto atención a sus reflexiones, me doy cuenta lo orgullosa que estoy de esas personitas, y me aplaudo al pensar que el equipo de papás que les tocó tener, no lo han hecho nada mal.